RECOMPOSICIÓN DEL ESPACIO URBANO
LA CIUDAD DE SANTIAGO HACIA INICIOS DE 1900. Contexto de una realidad Física y Social

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Transformación urbano residencial y la vivienda social en Chile
La vivienda social surge como preocupación del Estado chileno desde principios del siglo XX con una profunda transformación urbana de la ciudad.
Durante un primer período, entre 1900 y 1940, la “vivienda popular” formaba parte de la trama básica del Santiago tradicional en sus zonas norte, poniente y sur. Los sectores populares de la ciudad se caracterizaban por constituirse según un módulo repetitivo de vivienda plurifamiliar. El hacinamiento en los conventillos se contabilizaba por cantidad de dormitorios, que eran insuficientes para el número de familias. Tales recintos no tenían subdivisión interior ni entrada de luz, salvo la de su puerta de acceso.
Como respuesta, comienzan a aparecer cités o conjunto de casas patio continuas, de una a tres plantas, con acceso por un pasaje ajardinado como espacio colectivo. La calidad de vida no logró ser mejorada, ya que, a pesar de que estas viviendas poseían mayor superficie y servicios, siguieron siendo insalubres.
En 1934, la Asociación de Arquitectos de Chile señaló que existía un déficit nacional de 300 mil viviendas con un preocupante nivel de hacinamiento familiar de un promedio de cuatro individuos por cama, infringiendo con ello disposiciones sobre salubridad en la época. La calidad de la construcción contribuía al problema, siendo poco seguras y estables ante el intensivo uso de sus moradores y su deterioro físico a través de los años.
Con el tiempo aparecieron poblaciones o villas con mejor calidad constructiva y de equipamiento, que mejoró la calidad de vida. Paralelamente, se dictaron algunas leyes y crearon instituciones que comenzaron a generar soluciones en esta materia.
Este período finalizó con la Ley Pereira, que permitió el desarrollo de la iniciativa pública y encauzó el aporte de capitales privados. Poblaciones de relevancia durante este período son Huemul (1914), Manuel Montt (1925) y Central de Leche (1937).
En un segundo período que se inicia en 1940 con el gobierno de Carlos Ibáñez, se adoptaron por primera vez Planes Nacionales de Vivienda, como “la expresión oficial del Estado sobre el modo de orientar, encauzar o dirigir la acción habitacional mediante planes y programas dentro de ciertos marcos jurídicos institucionales y financieros”, y su formulación se desarrolló en relación con el incremento demográfico que se produce entre 1940 y 1985, cuando la población aumentó de 6,5 a 11,5 millones de habitantes a nivel país. La población en zonas urbanas aumentó de un 60 a un 80 por ciento a nivel nacional, alojando en el área metropolitana alrededor del 35 por ciento del total, lo que produjo un gran desequilibrio. Durante este período el déficit de vivienda se quintuplicó de 150 mil a 800 mil unidades. Una de cada tres familias vivía en situación insuficiente.